La importancia de reciclar metales pesados es cada vez más patente entre la sociedad. Pese a ello, todavía hay mucha gente que desconoce el peligro que entrañan estos metales.
En este artículo te hablamos de los metales pesados, de cuáles son los más peligrosos y de los beneficios que podemos aprovechar gracias a su reciclaje.
Por definición, los metales pesados son aquellos que tienen una densidad de al menos 5 veces mayor que la que posee el agua.
De hecho, la mayoría de metales pesados son contaminantes aunque hay algunos que lo son más que otros.
Son tóxicos, lo que significa que su presencia no controlada en cualquier hábitat supone un riesgo tanto para ese ecosistema como para todos los seres vivos que están presentes en él.
Y la responsabilidad es principalmente nuestra. Hay muy pocas concentraciones de metales pesados en el mundo que se hayan producido de forma natural. La gran mayoría derivan de los residuos generados por la evolución de la tecnología, la industria y el consumo masivo que se produce sobre todo en las ciudades.
Lista de metales pesados
En la actualidad, los metales pesados que más están presentes, sobre todo como residuos sólidos urbanos, son los siguientes:
- Arsénico
- Cadmio
- Cinc
- Cobalto
- Cromo
- Estaño
- Mercurio
- Níquel
- Oro
- Plata
- Plomo
¿Cuáles son los metales pesados más contaminantes?
De todos ellos, el plomo y el mercurio son considerados los metales pesados más contaminantes.
Si bien el uso del mercurio está cada vez más limitado a la industria, el plomo en realidad sigue presente en muchos de los elementos que utilizamos diariamente, desde las baterías del coche hasta en fachadas, cubierta de los cables, techos y un sinfín de aplicaciones más.
Estos dos metales pesados están seguidos del cadmio en cuestiones de contaminación. El níquel, el arsénico y el cromo son también altamente tóxicos si no son tratados en un proceso de reciclaje óptimo.
El reciclaje de los metales pesados
Tanto los metales pesados no ferrosos como el hierro y todas sus aleaciones, es importante que se reciclen si queremos evitar que sus elementos contaminantes acaben dañando el entorno en el que vivimos.
Este reciclaje se realiza por empresas especializadas, que recogen, separan, clasifican y tratan estos residuos en un proceso especial, para poder volver a utilizarlos.
Y es que una de las principales propiedades de la mayoría de metales es que se pueden reciclar de forma ilimitada, sin que por ello pierdan lo más mínimo sus características.
Así podemos aprovecharlos constantemente para ofrecerles una segunda vida útil en nuevas aplicaciones.
Además, con el reciclaje de metales pesados, reducimos considerablemente la extracción de materia prima y todos los gastos energéticos y económicos derivado de ello.
También reducimos los gastos en transporte y maquinaria, así como los recursos que vamos a necesitar para tratar el material, en comparación a cuánto tendríamos que invertir para aprovechar la materia prima original.
Y, por descontado, evitamos todos los peligros de contaminación que representan estos residuos, si no son tratados de forma efectiva cuanto antes.