La iniciativa fue promovida por un grupo de ecologistas del estado de Texas, en el sur de los Estados Unidos. Su intención era concienciar e incentivar a la población en el hábito del reciclaje, que resulta de particular trascendencia para nuestro futuro.
Posteriormente, en el año 2005, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), institucionalizó la idea y estableció el Día Internacional del Reciclaje en esa fecha, para dedicar al menos una jornada completa al año a promover esta responsabilidad del reciclaje, no tan solo desde la perspectiva del ciudadano de a pie, sino también de las empresas extractoras de la materia prima y de las que realizan su transformación en productos de consumo.
El reciclaje preserva los recursos naturales, que no son infinitos, reduce la contaminación y emisiones de dióxido de carbono, evita la generación de basura, ahorra energía y disminuye la inversión en materias primas, aparte de crear puestos de trabajo, entre otros muchos beneficios.
Por eso, desde entonces, todos los 17 de mayo muchas ONG, universidades, fundaciones y otras entidades a lo largo y ancho del mundo, organizan actividades destinadas a promover la reutilización y el reciclaje para proporcionar una segunda vida útil a los diferentes artículos y materiales.
En una jornada como ésta se debe valorar el estado del reciclaje y tomar buena nota para ver qué aspectos se pueden mejorar. Si atendemos al caso español, las cifras que manejan las principales sociedades gestoras de residuos, como EcoEmbes y EcoVidrio, son las siguientes: en 2015 se reciclaron el 63,8% de los envases de plástico, el 82,9% de los envases de papel y cartón, y el 83% de los envases metálicos. En el caso del vidrio, la tasa de reciclado se sitúa por encima del 70%.
Con estos datos sobre la mesa se puede afirmar que España está actualmente por encima de los objetivos marcados por la Unión Europea, aunque por debajo de los niveles de los países pioneros y líderes en esta materia. Esto ha supuesto cambiar las costumbres de todo el país en un proceso que está muy lejos de haber alcanzado una situación ideal.
El reciclaje selectivo se empezó a practicar en España hace tan solo 18 años. Con el tiempo ha ido implantándose de una forma más sistemática, con mucho esfuerzo, campañas de concienciación y de cambios de hábitos. Cada vez son más los ciudadanos que separan los residuos, cada vez son más las empresas que han integrado el reciclaje en su sistema de trabajo y, gracias a ello, cada vez se consiguen reciclar la basura en nuevas materias primas en lugar de apilarlas en los vertederos.
Si nos fijamos en las cifras de contenedores, los españoles disponemos actualmente de 366.339 contenedores amarillos (1 por cada 125 habitantes), 200.618 contenedores azules (1 por cada 229 habitantes), y más de 200.000 contenedores verdes (1 por cada 230 habitantes), cifras que han supuesto un aumento de 2,5% respecto al año anterior y que convierten a España en uno de los países de Europa que cuenta con un mayor número de contenedores por persona.
Desde la aplicación española de las directivas europeas sobre envases y residuos en 1998, las cifras de reciclaje han ido creciendo y la situación ha mejorado considerablemente. Aunque todavía queda mucho camino que recorrer para alcanzar un verdadero modelo de economía circular con la plena utilización eficaz de los recursos. Que días como el del 17 de mayo, Día Mundial del Reciclaje, sirvan para que no se nos olvide.