Actualmente, la media de vida útil de un Smartphone es de uno a dos años. Otros pequeños productos electrónicos y electrodomésticos tienen también una vida corta, a causa de la obsolescencia programada y del elevado consumismo que caracteriza a nuestra sociedad. En el caso de los ordenadores portátiles, solemos reemplazarlos cada cuatro años, aproximadamente.
La fugacidad de la vida útil de los productos se ha especialmente evidente en el caso de aparatos eléctricos y electrónicos, que generan una gran cantidad de residuos RAEE, en muchos caso nocivos para nuestro medio ambiente, y cuyo reciclaje es absolutamente necesario. Sin embargo, otros productos, como juguetes o ropa, se encuentran también con periodos de vida muy limitados. Como decíamos, para los ordenadores portátiles, bicicletas y otros productos de uso habitual, la situación no es mucho mejor: los renovamos a una media de cuatro años. Así lo recoge un documento del Servicio de Investigación del Parlamento Europeo.
Todo este despilfarro supone un desperdicio energético, económico y de recursos. Por ello, el Parlamento Europeo ha votado este informe en el que se solicitan medidas concretas para ponerle freno al desperdicio constante. El mercado debe poner a la venta productos más duraderos. El informe pide unas normas mínimas que podrían establecerse con la ayuda de las organizaciones europeas de estandarización.
En cuanto al diseño de los productos el diputado francés de Los Verdes Pascal Durand proponía la construcción modular de los productos, ya que de esta forma pueden ser más fácilmente actualizados y reparados. También se propone la utilización de materiales y técnicas que permitan reparaciones y que se puedan reemplazar más fácilmente (por ejemplo la utilización de tornillos en lugar de técnicas de fundido de metales).
Según un sondeo de Eurobarómetro, el 77% de los consumidores preferiría reparar sus electrodomésticos en lugar de sustituirlos directamente por otros.
El Parlamento quiere abordar la espinosa cuestión de la obsolescencia programada, esa programación de nuestros electrodomésticos para los fallos empiecen a manifestarse a partir de un determinado momento y su vida útil expire en una fecha determinada. Los diputados del Parlamento han solicitado a la comisión que instaure un sistema independiente para determinar si este tipo de prácticas se producen.
Según el mismo sondeo de Eurobarómetro, el 90% de los europeos opina que los productos deberían llevar unas etiquetas que indiquen su durabilidad. Por ello, el Parlamento pide también que se establezca un sistema de etiquetado.
Con esta iniciativa, el Parlamento Europeo quiere ajustar su actividad en materia medioambiental a los principios del modelo de la economía circular, que tiene como objetivo prioritario reducir la cantidad de residuos a través de la recogida, el reciclaje y la reparación y la reutilización de los productos.
Todo este escenario puede parecer una amenaza para los productores y fabricantes, que, en consecuencia, venderán menos productos a estrenar. Sin embargo puede dar una ventaja a las empresas que quizá no puedan competir en precio pero sí podrán hacerlo mediante la calidad de sus productos.