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Uno de los principales objetivos medioambientales hoy en día es reducir la contaminación atmosférica.

Los residuos gaseosos representan uno de los enemigos más importante en lo que se refiere a contaminación, afectando directamente a la calidad del aire que respiramos y a la propia sostenibilidad del planeta.

¿Qué son los residuos gaseosos?

Identificamos residuos gaseosos como todos aquellos productos en estado gaseoso, que derivan de un proceso de extracción, transformación o uso y que, una vez que ya no son aprovechables, son desechados.

A diferencia de otros residuos, como los sólidos o los líquidos, el inconveniente que presentan los gaseosos es que terminan principalmente en la atmósfera.

Con el paso de los años y el incremento de los residuos gaseosos, el estado de la atmósfera ha ido deteriorándose, provocando efectos adversos como el agujero de la capa de ozono o el cambio climático.

Ejemplos de residuos gaseosos

A nivel práctico, los residuos gaseosos son todos aquellos gases contaminantes desechados, procedentes de prácticas domésticas o personales, así como también de la actividad industrial o profesional.

Si nos centramos en un análisis químico de estos gases, podemos identificar los contaminantes gaseosos más comunes:

  • Clorofluorocarbonos (CFC)
  • Dióxido de azufre (SO2)
  • Dióxido de carbono (CO2)
  • Dióxido de nitrógeno (NO2)
  • Metano (CH4)
  • Monóxido de carbono (CO)
  • Monóxido de nitrógeno (NO)
  • Ozono (O3)

Respecto al origen de los residuos gaseosos, principalmente encontramos la combustión de compuestos fósiles, la fabricación de cemento y la quema de gas. A ellos se les une también el ámbito agrícola, entre otros.

Por otro lado, también hay que sumar a estas acciones realizadas por el ser humano, las actividades de la propia Naturaleza que emiten gases contaminantes, como la erupción de un volcán, el deshielo o incluso los incendios.

Así es el tratamiento de los gases contaminantes

En cuanto al tratamiento de los gases contaminantes, las acciones se centran principalmente en reducir todo lo posible su generación. Reducir las emisiones atmosféricas se convierte así en el objetivo principal de los planes de sostenibilidad de muchas empresas.

El uso de energías renovables ayuda considerablemente a este objetivo, dado que su emisión de gases contaminantes es mínima, mientras que los beneficios energéticos que aportan es equivalente al de otras alternativas actuales.

También se está invirtiendo en sistemas, herramientas y programas de monitorización y análisis de las emisiones industriales, con el fin de poder reducirlas todo lo posible. Con un control de la calidad del aire y de los procesos productivos, no solo se mejora a nivel de sostenibilidad, sino que también se obtienen mejores ratios de rentabilidad.

A nivel de urbanismo, los planes de movilidad sostenible ayudan a reducir las emisiones contaminantes derivadas de los vehículos tradicionales, una de las fuentes más importante de generación de residuos gaseosos.

Incluso los cambios en hábitos alimenticios, ayudan a transformar las prácticas de tratamiento de los alimentos, desde el transporte hasta la comercialización, para así reducir las emisiones contaminantes que generamos en este sector.

Otro objetivo clave es reducir la deforestación, dado que los árboles nos ayudan a absorber el CO2 sobrante en la atmósfera y son nuestro principal aliado, a la hora de tratar los gases contaminantes que hay actualmente.