El uso de los aparatos tecnológicos está generalizado a nivel masivo. El motivo principal es que han hecho nuestra vida más sencilla. Además, se ha producido un progresivo abaratamiento de los precios que ha permitido que hasta en los países más pobres prácticamente casi toda la población consuma estos dispositivos electrónicos.
Esta situación provoca una saturación de desechos electrónicos en todo el mundo, agravada además por la obsolescencia programada que ya viene de fábrica en muchos de estos productos, que genera una acuciante necesidad de mejorar la gestión de los residuos electrónicos y su reciclaje.
Por ejemplo, en España se comercializan anualmente alrededor de 25.000 toneladas de productos de ofimática, 1.500 toneladas de teléfonos móviles y algo más de 10.000 toneladas de pilas.
Según datos de la Oficina de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), el mundo entero genera más de 40 millones de toneladas de residuos electrónicos. La tendencia es creciente: los países en vías de desarrollo van camino de superar las tasas de generación de basura electrónica. Y por otra parte, estimaciones hechas en países asiáticos como India y China apuntan a que en tan solo una década la basura generada por computadoras en desuso aumentará en un 500%.
Uno de los principales problemas que genera toda esta situación es el daño medioambiental y la contaminación. Por este motivo, la búsqueda de soluciones para mejorar el reciclaje de estos residuos resulta primordial.
Por basura electrónica entendemos aquellos desperdicios que procede n de aparatos electrónicos o eléctricos y que suelen contener diferentes sustancias tóxicas que pueden dañar a nuestra salud y a nuestro entorno ambiental.
Unos ejemplos que puede dar una idea de la contaminación de los RAEE puede ser los siguientes: un frigorífico mal reciclado provoca una contaminación a la atmósfera con gases de efecto invernadero equivalente a las emisiones que produce un coche que recorre 15.000 kilómetros. Por su parte, el fósforo que se encuentra en un televisor puede llegar a contaminar 80.000 litros de agua.
Entre las medidas que los expertos proponen para mejorar la gestión de residuos electrónicos y que pueden permitir reducir su impacto medioambiental están las siguientes:
- Reducir el consumo de dispositivos electrónicos y el resto de aparatos eléctricos y electrónicos. En este punto es necesaria la concienciación de los ciudadanos.
- Reutilización de estos aparatos. A través de tiendas de segunda mano, donaciones…
- Reciclaje de RAEE: cuando el dispositivo ya no funciona y no tiene posibilidad de reparación hay que reciclar, recurriendo a las tiendas donde compramos el aparato o depositándolo en puntos limpios. El reciclaje es una alternativa eficiente que permite gastar menos energía y producir menos desechos que cuando se extraen estas materias primas de extracciones mineras. Se calcula que el 70% de los componentes de un aparato electrónico puede convertirse en materias primas que se pueden reincorporar al proceso productivo.