Los vertederos de residuos representan una de las soluciones más efectivas para tratar y almacenar materiales desechados que no podemos reciclar.
La sostenibilidad en estos espacios recae en la necesidad de un control exhaustivo del espacio y de los materiales presentes, de forma que no afecten al entorno o incluso a la salud de los seres vivos.
Para ello existe una normativa específica, que ayuda a clasificar y mantener controladas estas instalaciones.
Tipos de vertederos de residuos
De igual forma que podemos encontrar distintos tipos de desguaces, también hay diferentes tipos de vertederos de residuos, sobre todo distinguidos entre ellos por el tipo de residuo que pueden almacenar.
El Real Decreto 1481/2001, de 27 de diciembre, no solo indica la necesidad de eliminar los residuos por su depósito en vertederos, sino que además identifica una clasificación con la que podemos distinguir las tipologías existentes:
- Vertederos de residuos inertes: Principalmente residuos de construcción y demolición o RCD’s.
- Vertederos de residuos no peligrosos: Aquellos que incluyen residuos que no representan un peligro para el entorno o para la salud.
- Vertederos de residuos peligrosos: Aquellos con suficiente cantidad de material contaminante, como para suponer un riesgo.
No es la única clasificación de vertederos de residuos que podemos encontrar. Por ejemplo, en base a su gestión, tenemos esta conocida diferenciación:
- Vertederos de residuos de construcción y demolición
- Vertederos de residuos industriales
- Vertederos de residuos radiactivos
- Vertederos de residuos urbanos
Los vertederos controlados
Identificamos como vertederos controlados, aquellos depósitos en los que se cumplen ciertos requisitos de mantenimiento, como una impermeabilización del suelo, sistemas de canalización de lixiviados, sistema de tuberías para el biogás, etc.
El problema de vertederos ilegales es que son depósitos en los que no se cumple con todas las directrices de control, lo que implica un riesgo extremo tanto para el medio ambiente como también para la salud de cualquier ser vivo que esté cerca de este espacio.
El control que se requiere es exhaustivo, pero necesario, para que los residuos estén correctamente almacenados y no representen ningún riesgo.
Un vertedero controlado de residuos tendrá que cumplir estos requisitos:
- Deberá mantener un control de las aguas superficiales o subterráneas, para que no penetren en los residuos.
- Tendrá que gestionar los lixiviados y garantizar un tratamiento óptimo y seguro.
- Deberá mantener las condiciones necesarias para la protección del suelo y de las aguas.
- Tendrá que controlar completamente la acumulación y emisión de gases generados.
- Aplicará medidas de control ante olores y polvo, para minimizar las molestias en la zona.
- Garantizará la estabilidad constante de los residuos almacenados.
- Contará con un efectivo sistema de cerramientos, con el que se mantendrán los residuos completamente protegidos.
- Deberá garantizar la seguridad del espacio, con medidas de control de acceso y vigilancia.
Como es lógico, cada una de estas medidas tiene a su vez distintos requisitos que deben cumplirse, atendiendo a la normativa actual.
Su exhaustivo cumplimiento es lo que permite identificar de forma legal a un vertedero controlado, que está realizando su trabajo acorde a lo que se requiere de estas instalaciones.