La gestión de residuos agrícolas está cobrando cada vez mayor importancia, conforme la cuantía de estos restos vegetales es cada vez más notable.
Lo positivo es que son materiales que pueden aprovecharse, pero hace falta aplicar un proceso de reciclaje óptimo para ello.
¿Qué son los restos vegetales?
Los restos vegetales son los residuos que proceden de la producción agrícola. Ya tradicionalmente se han ido aprovechando para diversos objetivos sostenibles. Sin embargo, la densidad de algunos cultivos hortícolas actuales, sobre todo bajo invernaderos, está convirtiéndolos en un problema grave.
Buscar una solución a los restos vegetales resulta imperante porque su presencia en los vertederos tradicionales es demasiado peligrosa. Por un lado, porque aumentan el riesgo de incendio al ser materiales inflamables. Por otro lado, porque su descomposición mezclada con otros tipos de basura crea metano, un gas de efecto invernadero que puede causar muchos problemas de salud y para el medio ambiente.
¿Está permitida la quema de restos vegetales?
Tradicionalmente la quema de estos restos vegetales era una práctica extendida. Los riesgos asociados a ella motivaron al Congreso a promover su prohibición:
- En épocas como verano el riesgo de incendio es demasiado alto.
- La quema de estos residuos genera gases contaminantes peligrosos.
Desde enero de 2023 se permite la quema de restos vegetales que procedan de cosecha, de poda, que sean malezas o rastrojos, pero solo a explotaciones agrícolas y forestales con menos de 50 profesionales y una facturación inferior a 10 millones de euros. En la práctica son casi todas las empresas del sector dedicadas a la explotación agrícola.
Qué hacer con los restos vegetales
Hoy en día disponemos de muchas alternativas para aprovechar de forma efectiva los restos vegetales, sin dañar el medio ambiente ni poner en peligro la salud de los seres vivos que vivan en ese entorno.
La técnica que se conoce con el nombre de acolchado, por ejemplo, permite dejar los cultivos en el terreno, para que puedan actuar como si fueran una capa protectora con respecto al suelo.
Siempre que sea posible, es una buena estrategia aprovechar los restos vegetales procedentes de cultivos para crear alimentos para animales. Derivado de ello surge el ensilaje, que consiste en un proceso de fermentación con el que es posible mejorar su método de conservación.
Quizás la medida más famosa actualmente es la del compostaje. Consiste en aprovechar los residuos vegetales para un reciclaje sostenible, eficiente y de gran utilidad.
Otra similar es la de transformarlos en abono. Consiste en aprovechar estos restos vegetales en materia orgánica que puede ser aprovechada por otras plantas como abono.
En cualquier caso lo importante es aplicar una técnica de reciclaje sobre los restos vegetales, que permita reducir su presencia en vertederos y, sobre todo, que reduzca a cero todo riesgo derivado de su descomposición.
Obviamente, esto supone también un esfuerzo de las explotaciones agrícolas, para proceder a estas acciones de una forma correcta y organizada, con la que pueda aprovecharse el mayor número de residuos que sea posible.